ANAGNÓRISIS.

6922ce4544985db0c4e90fa4ad38658f

Orfeo. Antonio Cánova. Fotografía de Mimmo Jodice

La anagnórisis (del griego antiguo ἀναγνώρισις, «reconocimiento») es un recurso narrativo que consiste en el descubrimiento por parte de un personaje de datos esenciales sobre su identidad, sus seres queridos o su entorno, ocultos para él hasta ese momento. La revelación altera la conducta del personaje y lo obliga a hacerse una idea más exacta de sí mismo y de lo que le rodea.

 

 

Todavía no me deshago de los falsos recuerdos. Todavía no están muertos, no acabo de matarlos. Estorban, pero no encuentro el contenedor del olvido. Recuerdos grandes, gigantes, obesos habitantes  de la muda memoria mía, compulsivos consumidores de nostalgia y veneración.

Mi juventud, que era buena, comenzó a alimentarlos. La juventud es torpe de puro ingenua, y la mía era muy miope; casi ciega.

Te encontraron en un metro mis recuerdos. El metro es fugacidad e instante. El contexto prefigura, a veces, la naturaleza de lo que encontramos. Y así te recogieron; fugaz e intermitente como un suburbano que se detiene sólo brevemente. Y , entonces, subió al vagón una certeza; ésa que sólo viaja contigo una vez en la vida, y fue tras de ti en aquella parada y me dejó varada en un número de teléfono; la clave para descifrar un destino.

Y hubo noches, pocas noches, en las que mis manos fueron alimentando la memoria de ti. Y hubo noches, muchas noches, en las que ellas te convocaron y los recuerdos acudieron a alimentarse.

Y hubo mañanas, pocas mañanas, en las que huiste de mí. Y hubo mañanas, muchas mañanas, en las que te quedaste en mis ojos y tomaste café conmigo.

Los recuerdos se comieron también los años; las décadas que tuvieron para devorarte. Un buen día, inesperadamente, Twitter puso la red, tú la arrojaste, y yo me dejé repescar. Los afectos se reavivaron a cada embestida tuitera. De pronto, ya no sólo eras presente, sino que también eras futuro. Puse a dieta mis recuerdos para que entraran en el traje de esperanzas que les ibas confeccionando. Y fui hilvanando días.

Un breve reencuentro. Madrid se puso bonito para nosotros; estrenaba primavera. Nosotros nos reestrenábamos también.

Pasaron los días, los meses, más de un año ya. Y mi viaje  siempre postergado; mil excusas, mil pretextos disuasorios para que no lo hiciera, para que no me acercara. Yo aquí y tú allí; paralelos, virtuales, acomodados a una relación líquida.  A la autoestima le reconforta la certeza de que un corazón nos ama, aunque sea a miles de kilómetros de distancia.

Y de pronto, la revelación. Fue una trivialidad, como sucede siempre; un aniversario de un hijo. Fueron unos instantes antes del sueño que ya no llegó; se echaron las cuentas previas al natalicio. Te simultaneaste en dos cuerpos y en dos anhelos.

Luego el silencio culpable. Yo ya no era opcional. ¿Para qué decir ya nada? Mas yo lo identifiqué con olvido.

No fue fácil tu matrimonio tampoco con aquella con la que , sin saberlo, te compartí. Luego vino la separación y la soledad. Y te acordaste de mí y me buscaste.

Casi pude sentir el ruido del corazón al resquebrajarse y  el del  derrumbe atronador de un amor sostenido por recuerdos que correspondían a otra persona  que no eras tú. Amé en vano a un falso tú. La verdad se develó «en diferido».

Y sí, sí sé a dónde se fue todo; todo se fue al carajo. Creo que sabes que yo sé y ya no me escucharás. Me acabas de hacer «unfollow»

 

 

 

Acerca de cariacontecida

Buscando un lugar de expresión.
Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.

2 respuestas a ANAGNÓRISIS.

  1. riolangel dijo:

    Espero que sea ficticio… que doloroso!!

    Le gusta a 1 persona

Replica a cariacontecida Cancelar la respuesta