AUSENCIA
Te lancé al mar dentro de una botella para deshacerme de ti. Caíste estrepitosamente en el fondo y te encogiste de dolor abrazándote las rodillas. Con un corcho asfixié tus gritos y ahogué tus palabras, pero no pude dejar de sentir los golpes de tus manos contra el cristal ni la agitación de tu cuerpo revolviéndose contra su encierro.
Cuando iba a arrojarte, por fin, descubrí que tu llanto había anegado ya el fondo de la botella y te cubría los tobillos. Chapoteando en tus lágrimas, me hiciste un gesto obsceno mientras la botella giraba antes de caer al mar. Observé como desparecías engullida por las olas y respiré finalmente aliviado, antes de dar media vuelta y proseguir con el resto de mi vida.
No supe más de ti, claro, pero quiero creer que te rescató un pintor de playas y fondos marinos, adicto al azul y a las fosas abisales de tus ojos. Tuve esta revelación en una exposición colectiva. Tiene un blog y un canal en youtube. Es noruego. Debiste viajar hasta su playa a lomos de la corriente del Golfo. He reconocido las ondas de tu pelo en sus pinceladas, la caracola de tus orejas en su firma, las estrellas de tu risa encendiendo sus cielos nocturnos… Me descubrí extrañándote, intuyéndote tras cada trazo. O tal vez me equivoque y no seas tú la que se esconde en sus pinceles, ¿cómo saberlo? ¿Quién podría interrogarlo al respecto? Yo no.
Sólo me alcanza la certeza cuando algunas noches apuro los tragos de cualquier botella. Estás siempre en el último que vacía el fondo, como no podría ser de otra manera. Te deslizo por mi garganta y me ardes en el estómago. Esas noches puedo oírte salpicando la almohada con la bilis de tu ausencia. Anegándome los ojos, me brotas en un llanto que acaba por depositarme en un rizo de tu pelo en el que me meces y me duermo. Y sueño con una marea que te regresa, y dejo de beber tu recuerdo y te ríes conmigo, llenándome la cama de estrellas.
Estas letras responden al reto literario lanzado por Cristina Vázquez. Llegué a su blog Te cuento de viajes a través del blog de mabm Tejiendo las palabras. Me he atrevido a aceptar su desafío porque su botella recaló en A Coruña – esa «barca de piedra que danza» -, que es ciudad de bravos oleajes en cuyos arenales encallan toda suerte de cosas insólitas. En la costa o tierra adentro, surcando mares o remontando ríos cibernéticos, si dais con ella, no dejéis de dedicarle unas palabras a esta garabata. Por aquí la encontraréis: (https://tecuentodeviajes.wordpress.com/tag/blog-t-ella/)
Ohhh!! que ausencia más bonita 🙂 . Duele, huele a alcohol, a lágrimas, a sal, a pena,…a pintura… Me ha encantado encontrarme tus letras 🙂 Un millón de gracias por jugar con mi garabata y conmigo, gracias por recogerla en tu preciosa orilla 🙂 Un saludito!!
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Gracias a ti por iniciativas como ésta. Tu garabata es tan linda… Un abrazo.
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